Por Luis Pinal Da Silva
Quedan dos días para que los mexicanos acudan a las urnas a ejercer un derecho y una obligación: votar.
Mucho se ha dicho desde prácticamente tres años. Votar servirá para quienes detentan el poder, como un referéndum de una administración que, lejos de cristalizar lo prometido, se ha visto desnuda por su propia incapacidad para cumplir al menos con lo necesario.
El derecho a votar y decidir quienes ocuparán los cargos de elección popular, desde la Presidencia de la República, las Cámaras de Senadores, de Diputados federal y locales y alcaldías entre otros, pasa por algo que se define como un “periodo de reflexión”.
De hecho, con el cierre de campañas el pasado 29 de mayo, inició la veda electoral y viene la meditación, la introspección de los votantes para saber por qué opción política se decantan en las urnas.
Eso se antoja ideal. Poder detener el paso y empezar a analizar lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho, lo que se ha hecho mal, lo que se perdió en el camino, lo que se destruyó, la cascada de mentiras e infamias, las calumnias, los señalamientos, los denuestos, las injurias, los amagos, las amenazas, las carencias, las muertes, los olvidados.
Es una oportunidad para hacer un repaso verdadero, sin filias, sin fobias. Hay que cerrar los ojos y dejar que corra la película de lo que ha acontecido y, con base en ello, respirar profundo, mentar madres, reír, llorar y entonces, votar.
Sin embargo, existen dos elementos que, pienso, podrían hacer nugatorio el ejercicio: el hambre y la necesidad.
¿En verdad los ciudadanos se tomarán su tiempo para analizar las propuestas de los diferentes candidatos para definir el sentido de su voto?
Sería también bueno saber qué ofrecen, lejos de tecnicismos y verborrea.
Es cierto que durante este periodo, partidos políticos y candidatas ya no pueden tener actos públicos, que se termina la pauta de difusión de propaganda electoral.
Pero hay un gran pero, hay quienes mediante las redes sociales hacen trampa y a través de sus cuentas o la de sus corifeos, siguen bombardeando con mensajes que, si bien no llaman directamente a votar por ellos, sí contienen una alta dosis de inducción.
En concreto, el proceso electoral 2024 llega a la recta final y el domingo 2 de junio será el día en que se vea si el Instituto Nacional Electoral, que no ha visto el cúmulo de anomalías de algunos, abre los ojos.
El tiempo se acaba y los mexicanos deberían entender que estas cuatro palabras “el tiempo se acaba”, podría tomarse en forma literal.