Aunque es alérgica a cualquier forma de protagonismo, Francia Márquez tiene una vida de película.
Nacida en medio de la pobreza, en un pueblo remoto del suroccidente colombiano llamado Suárez, desde muy joven se vinculó con las luchas por el bienestar de su comunidad, enfrentó a una multinacional minera, encabezó marchas mientras estudiaba la carrera de derecho en la ciudad de Cali y a los 41 años fue electa vicepresidenta de Colombia siendo negra, mujer y sin abolengos en un país racista, machista y clasista, acostumbrado a que los altos cargos del Estado siempre fueran ocupados por hombres blancos y de buena familia.
Ella reúne todo lo que uno necesita para hacer un retrato de la Colombia de hoy, comenta desde Nueva York, Estados Unidos, el realizador colombiano Juan Mejía Botero, quien, con su compatriota Juan Esteban Yepes, estrenará en el Festival de Cine de Sundance la película documental Igualada, producción independiente sobre los tortuosos caminos que, a lo largo de dos décadas, llevaron a Francia Márquez a las cumbres del poder.
El documental resume más de 200 horas de imágenes grabadas por Mejía desde 2009, año en el que conoció a Márquez cuando hacía un cortometraje sobre la resistencia de su comunidad a la explotación de una mina de carbón en un lugar conocido como La Toma. Desde entonces siguió sus pasos, siempre firmes, pero también discretos, hasta que un día de 2021 ella lo llamó para contarle que estaba pensando seriamente en lanzarse a la presidencia de Colombia.
El realizador le contestó que esa candidatura marcaría un antes y un después en la política nacional y de inmediato le propuso que le permitiera hacer una película sobre su osada aventura.
“Ella lo pensó un par de días y aceptó con el argumento de que ‘nunca se hacen películas sobre gente como yo ni acerca de mis comunidades’”, relata Mejía a través de una llamada telefónica, en medio de los preparativos para el estreno del largometraje.
El realizador contactó a tres productoras colombianas (Sonia Serna, Karen Gómez y Daniela Carrillo), así como a una tremenda productora mexicana, Daniela Latorre, con quienes empezó el rodaje de la película desde que anunció su aspiración hasta el día de julio de 2022 en que la fórmula de Gustavo Petro y Francia Márquez ganó las elecciones presidenciales.
Radicado en Nueva York, donde trabaja con otros realizadores independientes en proyectos de cine documental con énfasis en temas sociales y de derechos humanos, Mejía se toma unos segundos antes de contestar si alguna vez, durante el rodaje de Igualada, pensaron que su personaje se convertiría en vicepresidenta de Colombia.
Mientras grabábamos yo sentía que todo aquel esfuerzo de Francia y de sus comunidades era algo más bien simbólico: en un país como Colombia una mujer como ella metida en semejante odisea, disputando la escena política con semejantes buitres que llevaban años reinando en la política, parecía como una constancia histórica. Sin embargo, a medida que avanzó la campaña nos dimos cuenta de que el asunto era mucho más que un mero simbolismo y comenzaron a asomarse posibilidades de un triunfo, sostiene.
El director agrega que el rodaje fue duro. Las cámaras registraban el entusiasmo que despertaba la candidata entre las comunidades excluidas, pero al mismo tiempo captaban innumerables manifestaciones de odio. Por doquier salían gritos e insultos machistas, racistas, clasistas.
“Y de esas escenas –añade– nació el título de la película. Había gente que decía ‘esta negra igualada qué se cree’ o ‘la igualada ésta cree que la vamos a dejar ganar, pero a Colombia no la gobernará jamás una negra’”. Era odio puro y duro y lo peor, muchas veces proveniente de personas que vivían en condiciones de extrema pobreza, relata el director del filme, quien quedó sorprendido cuando la candidata y su equipo decidieron tomar el término que sonaba a insulto y lo subvirtieron: igualada, sí, ¿y qué?, sin complejos, reivindicando sus derechos ciudadanos a disputar el poder a los que se creían superiores.
Mejía subraya que la película no es una biografía de Francia Márquez, sino un retrato de su lucha y la de sus comunidades.
“Hace unos días salió publicada en un medio colombiano la noticia de que Igualada competirá en el Festival de Cine de Sundance, y todavía no me repongo de la cantidad de insultos y epítetos contra Francia que leí en los comentarios a la nota. Son cosas que a uno lo llenan de tristeza y que reflejan un lado muy oscuro de Colombia”, reflexiona el realizador.
No obstante, fue la propia Francia quien lo sacó de sus preocupaciones cuando lo llamó para decirle que estaba muy contenta con el estreno del filme en Sundance, en el que competirá en la categoría World Cinema Documentary.
Felicitó a todo el equipo y recordó que no es un logro personal; que ojalá el documental refleje que su lucha ha sido y seguirá siendo una batalla colectiva y ancestral de sus comunidades.