La denuncia fue dada a conocer por el periodista mexicano de la Flotilla Global Sumud, Ernesto Ledesma.
Tras ser repatriados los activistas mexicanos que formaron parte de la flotilla Global Sumud, el periodista mexicano Ernesto Ledesma señaló: “Nos sometieron a tortura”
El periodista regresó a México en compañía de los otros cinco connacionales repatriados por parte del gobierno de Israel.
Al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el también recluso 433 de la global Sumud, indicó que se quedaron a 43 millas de distancia de la franja de Gaza.
“No se valen esas formas, esos golpes y forma de estar torturando a personas de la tercera edad, y fuimos testigos todos los que estábamos ahí”, comentó.
Ledesma narró que el ejército de Israel tenía la indicación de asaltar la flotilla, ello sin lesionar o abrir fuego contra la embarcación.
Una vez llegando a Tel Aviv, la policía israelí ya los esperaba, fueron policías quienes sometieron y torturaron a la tripulación de la flotilla Global Sumud.
“Nos tiraron al piso, ahí te jalan de los hombros al grado de que no aguantas el dolor y te tienes que doblar, te tumban y te ponen las rodillas en la espalda baja, al menos eso me pasó a mí en tres ocasiones”, narró.
Denunció que las fuerzas israelíes se quedaron con la ayuda humanitaria, y también con cámara de video, drones y celulares, donde habían documentado el viaje.
“Nos decían: ‘thank you for your present’. Esas son las autoridades de Israel y a nosotros nos fue suavecito”, señaló.
Ledesma narró que cuando el ministro de Seguridad, Itamar Ben Gvir, llegó al punto de la detención, este arremetió contra la tripulación de la misión humanitaria a Gaza.
“Nos tenían atados en el piso, llegó y nos dijo que todos éramos unos asesinos de niños, y entonces todos empezamos a gritar ‘free Palestine, free Palestine’ y no aguantó, éramos cerca de 500 voces y se terminó yendo”, relató.
Indicó que luego de este episodio, todos los miembros de la flotilla Global Sumud, fueron esposados con cinchos de plástico, al grado de evitar la circulación de sangre en las manos.
“Llegó la orden que nos amararan con cinchos de plástico, muy apretados, con las manos atrás no te deja circular la sangre y se empiezan a poner las manos moradas”, concluyó.
