UNA DIFERENCIA DIFÍCIL DE JUSTIFICAR

Por Luis Pinal Da Silva

Al arranque de las campañas electorales en busca de la Presidencia de la República, resulta sintomático el sesgo que tienen los medios de comunicación, con honrosas excepciones, ya que dan por descontado un triunfo de la candidata oficialista Claudia Sheinbaum Pardo, lo cual puede ser factible, pero no en las proporciones que manejan.

El caso es que lo que se hace, con las encuestas, sondeos y demás ejercicios demoscópicos, nos hace ver que hay una guerra sucia articulada a base de billetazos a las casas encuestadoras y competencia desleal dado que el presidente se sigue entrometiendo en el proceso.

La abanderada oficial de Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo, Claudia Sheinbaum Pardo, de acuerdo con encuestas, digámoslo así, moderadas, tiene una ventaja entre 15 y 20% con su principal contrincante de la coalición Fuerza y Corazón por México, integrada por los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, Xóchitl Gálvez.

Si bien se considera que ya tiene el voto duro – calculado en 18 millones de votante -, cuenta además con el apoyo de al menos 22 gobernadores y por supuesto el apoyo de su mecenas, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, la mujer que es todo carisma, inició con el pie izquierdo la carrera oficial, que la ilegal la había empezado hace por lo menos dos años, equivocándose en su discurso y “desgreñando” a su compañera Clara Brugada.

Decir que ella representa la opción para continuar con la transformación, era necesario, pero el inconsciente la traicionó y dijo que hay dos caminos, “que siga la corrupci…” -y corrigió “que siga la transformación o que regrese la corrupción”.

Luego estuvo el breve jaloneo con la candidata de Morena a la Ciudad de México, Clara Brugada, que la muestra como una persona intolerante con los que no quiere, ya que hay que recordar que Omar García Harfuch era su candidato, pero el mecenas tropical determinó otra cosa.

Mientras sus asesores no le pidan que sea congruente y siga nadando “de a muertito”, su mente fría y calculadora le debería de marcar un alto cuando tiene necesidad de un exabrupto.

No debe perder de vista que ella difícilmente subirá en las encuestas y que su tendencia, conforme se acerque el día “D”, será a la baja, por más encuestas que le contraten y la pongan como segura ganadora de “Miss Universo”.

En contraste, Xóchitl Gálvez si bien tiene un desafío mayor, sabe que su protagonismo, y la chispa inherente a su persona, que le ha permitido sortear incluso los traspiés que se le llegan a presentar y los convierte en puntos a su favor.

Ella inició su campaña con dos elementos que acapararon la atención: construir una súper cárcel para los criminales más peligrosos y sellar con sangre el que considera su compromiso más valioso: mantener los programas sociales, es más, otorgar la pensión a adultos mayores a partir de los 60 años y no a los 65 como actualmente se otorga.

En los próximos 90 días, Xóchitl Gálvez sólo tiene la opción de subir en las preferencias, pero el desafío que en verdad enfrenta es la nomenclatura de los partidos que abandera.

Y lo sabe, quizá por ello advirtió que a ella no le preocupa que los dirigentes nacionales de los partidos no la acompañen a sus eventos y prefiera que “hagan su chamba” y ella mantenerse como la candidata de los ciudadanos que dieron su firma para ganar la candidatura.

Del candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, no hay mucho que decir, ya que simplemente es una comparsa del sistema para restar votos a Xóchitl Gálvez, porque los mexicanos simple y sencillamente no lo conocen.