La simbología de López Obrador

Por Helga Kauffman

Al Presidente Andrés Manuel López Obrador hay que entenderlo por sus símbolos, porque de lo contrario no se sabrá hacia dónde dirige sus intenciones y también para quedar bien con él.

En varias ocasiones, por enfermedad, giras al extranjero o descanso como en Semana Santa, ha tenido la necesidad de abandonar sus actividades y en todas esas ocasiones ha encomendado el Gobierno a Adán Augusto López.

Ahora lo hace al dar positivo, una vez más, de Covid-19 a fin de atender la recomendación médica de recluirse, mientras se recupera bajo vigilancia profesional.

Ha de haber sido una decisión difícil, porque hubo contradicciones antes de confirmar su contagio en víspera del cumpleaños 16 de su hijo menor, Jesús López Gutiérrez.

Se dejó salpicar la mañana de especulaciones sobre un desvanecimiento y traslado de emergencia a la Ciudad de México para ser hospitalizado y someterse a exámenes.

A los rumores contribuyó antes del mediodía el vocero presidencial, Jesús Ramírez, quien negó el hecho y describió la gira de supervisión del Tren Maya sin contratiempo alguno.

No se puede jugar con un hecho tan serio.

La encomienda a Adán Augusto López tiene muchas lecturas.

De tiempo a la fecha ha sido atacado por otras corcholatas, porque presumiblemente toma ventaja de su cargo para posicionarse en espera de la encuesta.

La semana pasada preguntamos aquí si esos ataques son porque lo ven crecer, su gran amistad con el Presidente y por su gran rango de acción en todos los niveles.

A su cargo está la relación del Poder Ejecutivo con los otros dos, el Legislativo y el Judicial, en espera de ver el desenlace de la tirria presidencial hacia la ministra Norma Piña y la Suprema Corte.

Tiene el control de todo trato con los 31 gobernadores e institucional con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, porque ella nutre su relación directa y cotidiana con López Obrador.

Tanto ámbito de acción, para algunas funciones vicepresidenciales, causa preocupación en los demás frentes del morenismo aunque todavía no se defina la designación del candidato.

Pero puede representar mucha ventaja.

Covid al margen, está bajo revisión presidencial el calendario para la convocatoria, las encuestas, su difusión y la postulación.

Hay la tentación de hacerlo al viejo estilo del priismo a fin de mandar el abanderado a recorrer el país a más tardar en octubre próximo.

Mientras, se trata de concitar un acuerdo entre las cuatro corcholatas, Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

Ebrard y Monreal van juntos en la lucha por el llamado “piso parejo”, como llaman a las reglas generales respetadas por todos.