MÉXICO: GANAR EL T-MEC, MÁS ALLÁ DEL FUTBOL

Por: Enrique Campos Suárez

El Mundial de futbol de la FIFA es un evento económico relevante, más allá de la pasión que pueda despertar en muchos ese deporte.

Por ejemplo, el pasado Mundial en Catar se calcula que tuvo una contribución directa a su Producto Interno Bruto de 20,000 millones de dólares, equivalentes al 11% del PIB de ese país en el 2019.

Ese Estado árabe invirtió 10,000 millones de dólares directamente en la construcción y remodelación de estadios, pero la inversión total se estima en 220,000 millones de dólares, porque Catar aprovechó el pretexto del Mundial para desarrollar un muy ambicioso plan de infraestructura que incluyó metros, aeropuertos, hoteles y hasta una ciudad nueva como Lusail.

Ahora, la Copa Mundial FIFA México/Estados Unidos/Canadá 2026 es esencialmente un torneo estadounidense.

Podemos decir que es nuestra tercera copa del mundo, pero habrá 13 partidos en México, 13 en Canadá y 78 en Estados Unidos y, de hecho, Donald Trump ya hizo suyo el torneo y lo mejor es dejarlo con esa sensación.

Guadalajara y Monterrey aprovecharon de alguna manera los partidos que tendrán del mundial para hacer ligeras mejoras en su infraestructura. La Ciudad de México, no; con trabajos en la capital del país se tapan algunos baches.

La ganancia económica de México no está en el balón, ni siquiera en la creación de infraestructura, sino en el pretexto que da el Mundial para dejar una buena imagen de unidad regional.

La presidenta Claudia Sheinbaum tendría que estar este viernes en el Centro Kennedy de Washington D. C. para presenciar el sorteo de grupos de la Copa Mundial. Es un disfraz para la diplomacia, es la oportunidad de oro para generar un encuentro informal y lejos de la rigidez de las cumbres bilaterales para reflejar cercanía con el gobierno de Trump.

El verdadero juego se llama T-MEC y la mejor estrategia para desactivar la amenaza del presidente de Estados Unidos de romper el acuerdo es a través de construir un vínculo vía la política personal.

Este viernes es el momento de dejar ver una alineación de tres países de América del Norte que desactive el discurso de los pactos bilaterales.

La Presidenta ha lidiado toda su vida política con la megalomanía de un líder político que tiene ínfulas de ser un ente iluminado. Eso es Donald Trump y este viernes hay la oportunidad, con la alegría de la fiesta del deporte más popular del mundo, de darle un poco de coba fuera de los reflectores de un encuentro formal de jefes de Estado en el Salón Oval de La Casa Blanca.

La Presidenta de México no puede desaprovechar esta oportunidad. El verdadero resultado a buscar no está en el grupo de la selección, sino en lograr un apretón de manos cordial y una línea de comunicación personal en ese ambiente informal. Si no lo hace, podría perder el juego de la negociación comercial por default.

Claudia Sheinbaum podría salir de Washington con una foto de los tres mandatarios, unidos por un balón, y con mejores canales de comunicación rumbo a la renegociación del T-MEC, eso será un mejor resultado que los rivales que le toquen a la selección de futbol.

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