Por Adrián Trejo
El fin de semana fue de reuniones, cruce de llamadas y citas con los estrategas electorales en Morena, producto de un cambio radical en las proyecciones que tenían sobre el candidato/a de la oposición.
Hace casi tres meses que inició el proceso de selección del candidato de Morena, la oposición se encontraba desarticulada y ninguno de sus precandidatos parecía hacerle sombra a quien arrancó en ese momento como la preferida presidencial, Claudia Sheinbaum.
La irrupción del huracán llamado Xóchitl Gálvez, que no sólo unificó a los tres partidos del Frente por México sino a todos los sectores de la sociedad agraviados por el gobierno de la 4T, les cambió el escenario.
Aunque hasta el viernes pasado las encuestas mantenían a la exjefa de Gobierno como la favorita de López Obrador, morenistas que entienden de los procesos electorales comenzaron a preguntarse si, una vez que Gálvez había sido la ganadora del proceso opositor, la estrategia debía mantenerse.
Sheinbaum no ha tenido empacho en reconocer que es la única que garantiza “la continuidad’’ del proyecto de Morena, que no es otra cosa que afirmar que seguirá gobernando, si lo decide la mayoría, como López Obrador.
Puede ser una ventaja o su principal error, ya que cientos de miles que respaldaron al tabasqueño en el 2018, decepcionados, han cambiado sus preferencias electorales.
Morena está en la hora de la definición.
Este domingo Mario Delgado y Alfonso Durazo anunciaron que se lleva un avance del 80% en los sondeos que se realizan para conocer al ganador del proceso, ordenado, planeado y dirigido por López Obrador.
El martes se hará el conteo de las encuestas y el miércoles se revelará el resultado.
La gran pregunta que se hacen propios y extraños es si, visto lo que se vio en los casi 90 días de campaña de las corcholatas morenistas, el apoyo presidencial sigue siendo para Sheinbaum, que no solo representa todo lo contrario que ofrece Gálvez, sino que es el polo opuesto.
A ver.