LOS CIEN DÍAS DEL ADIÓS

Por Luis Pinal Da Silva

El adiós está a la vuelta de la esquina, pero Andrés Manuel López Obrador pareciera querer “estirar la liga” al máximo y para ello, lo primero que hace es apoderarse de los trabajos de la entrante LXVI Legislatura e imponer a la virtual presidenta electa, de su propio partido, la agenda legislativa que ella tendrá que seguir en el arranque de su mandato.

López Obrador, le guste o no, el 30 de septiembre de este 2024 tendrá su último día como administrador de este país y, quiera o no, a partir del 1 de octubre quien tendrá el mandato de encabezar el Poder Ejecutivo y ser comandante suprema de las Fuerzas Armadas será Claudia Sheinbaum Pardo y lo que ocurra a partir de ese momento con el ejercicio del Poder Ejecutivo será su responsabilidad.

El problema es que López no se quiere ir, eso es más que evidente y se observa en los desplantes que ha tenido con su propia candidata triunfadora, a quien parece empeñado en mantenerla subordinada a él.

López todos los días cambia su hoja de ruta y mientras en ocasiones asegura que se va a La Chingada (su rancho en Palenque, Chiapas) y no regresa, luego recula y dice que podría volver si se lo pide su presidenta, pero luego señala que siempre sí regresará a la Ciudad de México para ver a su esposa.

Pero los cien días que le quedan al mandato constitucional de López van a ser determinantes para el sexenio que está por empezar y hay que atender al hecho de que la inminente pérdida del poder podría seguir afectando la estabilidad emocional de quien se va y podría tener una impredecible cúspide el día del último informe presidencial, además de la defensa de su agenda legislativa, llamada el plan C.

La virtual presidenta electa tendrá en este periodo la calificación de la elección presidencial en sus manos que le dará una garantía adicional de poder y autonomía.

Contará con el tiempo suficiente para empezar a explorar sus propios espacios de poder que querrá hacer valer en todos los frentes, incluido con su antecesor.

La mayoría oficialista en el congreso tendrá todo el largo mes de septiembre para definir si refrenda su lealtad con la continuidad académica o con la continuidad colérica.

Será un periodo de tiempo que se hará eterno, donde el estrés y las determinaciones para el país, deben asumirse con la prestancia de quien emerge de un movimiento caudillista y quizá quiera cambiar el rumbo.