Por Luis Pinal Da Silva
Hay dos teorías sobre el veto presidencial a los dos consejeros del INAI recientemente elegidos por el Senado: la primera, que son cercanos a Ricardo Monreal, y la segunda, que López Obrador no quiere que el Instituto responsable de la transparencia sesione.
La primera teoría tiene que ver con el hecho de que, desde que se propusieron los nombres que hoy vetó el Presidente, de acuerdo con sus atribuciones, Rafael Luna Alviso y Yadira Alarcón, ni siquiera habían sido los candidatos con las mejores calificaciones.
De hecho, Luna Alviso había sido descalificado en la primera ronda, pero aún así, fue incluido como finalista por el propio Monreal.
Tampoco Yadira Alarcón había sido la mujer mejor calificada.
Ambas propuestas fueron cabildeadas en la bancada de Morena y, pese a que el ala dura de la fracción no estaba de acuerdo con los nombramientos, al final decidieron apoyarlos.
La dupla fue aprobada por 77 de los 105 senadores presentes en la sesión, pero los propios morenistas, los que no simpatizan con las aspiraciones de Monreal, se inconformaron.
Quién sabe si estos mismos legisladores hayan documentado la cercanía de los ahora vetados con el coordinador de la bancada guinda, que habría sido el argumento presidencial para descalificarlos.
La otra teoría tiene que ver con el ánimo presidencial de destazar a los organismos autónomos, que nomás no le acaban de caer.
El Senado se tardó casi un año en designar a los nuevos consejeros -¡casi un año!- y no fue sino hasta que la Corte urgió a la Cámara alta a cumplir con su obligación que se concretó el trámite.
El pleno del INAI, con 4 consejeros actualmente, no puede sesionar si no tiene por lo menos a cinco integrantes.
Los tiempos ya no dan para que el Senado proponga nuevos nombres; si se tardaron casi un año para un procedimiento ordinario,
¿Cuánto se tardarán para un extraordinario?
Sin el quinto consejero el pleno del INAI seguirá sin sesionar y los únicos que pierden son los ciudadanos mexicanos que buscan información en el llamado sexenio más transparente de la historia.
Irónico, desde luego.