Muchos mexiquenses han sido víctimas de las nuevas formas de fraude como el robo, de identidad, el phishing y el malware, diseñados para comprometer los sistemas financieros
La información reciente del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) indica que en el primer semestre de 2024 a nivel nacional se denunciaron 59 mil 111 casos de fraude en el sector financiero, con el Estado de México en segundo lugar.
Los más afectados han sido los bancos y el comercio electrónico minorista, con contra cargos fraudulentos, abuso de promociones o políticas comerciales y fraude de cartera digital creciendo de manera exponencial.
Los estados con más denuncias por fraude en línea son:
Ciudad de México con 11 mil 327 denuncias
Estado de México con 9 mil 52 denuncias
Jalisco con 6 mil 495 denuncias Lexis Nexis Risk Solutions, publicó que en México el precio a pagar por fraudes es de 3.24 veces el valor perdido de la transacción en el comercio minorista y 5.27 veces en servicios financieros por cada transacción fraudulenta, por lo que la apertura de cuentas es el método más utilizado por los estafadores para poder realizar sus fechorías.
El 34% de los consumidores ya no usa dinero físico por lo que realiza sus pagos de forma digital, de igual manera el 50% de las empresas y el 57% de los comercios, sufrieron algún fraude por lo que el año pasado el 55% de los consumidores en México fueron víctimas de fraude.
“El porcentaje se duplicó, de 25 a 55 por ciento, entre 2023 y lo que va de este año. El monto aproximado de los fraudes pasaron de 544 pesos a mil 54 en consumidores en el mismo periodo”, señaló la plataforma.
La falta de conocimientos financieros entre los consumidores mexiquenses los han hecho más vulnerables a ser víctimas de estafas financieras, al no reconocer las señales de advertencia o entender completamente los productos financieros con los que están involucrados.
Los fraudes financieros se producen debido a una combinación de motivaciones personales, deficiencias en los sistemas y procesos financieros, así como a la explotación de las debilidades humanas y tecnológicas en el ámbito financiero.
Casi siempre los perpetradores del fraude tienen información privilegiada o acceso a información confidencial, sumado a la tecnología que ha facilitado la automatización de los procesos financieros por lo que paralelamente se han introducido nuevas formas de fraude, como el robo de identidad, el phishing y el malware diseñado para comprometer los sistemas financieros entre muchos otros.