De acuerdo al reporte de las Economías Regionales del Banco de México, el consumo de alimentos ultraprocesados aumentó en un 33.8%.
Y en contraste, con tan solo un 4.8%, ha existido un mínimo incremento en la ingesta de alimentos no procesados.
El Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) reveló que la industria de los ultraprocesados en nuestro país representa entre el 16% y el 30% de la ingesta energética total.
Señaló que algunos estudios sugieren que ciertos productos reformulados con menos azúcares y grasas no presentan el mismo nivel de riesgo.
Se realizó un análisis a más de un millón de participantes por más de 30 años, publicado en la revista The Lancet, – consultado por el LabDO-, señaló que no todas las categorías de alimentos ultraprocesados se asocian con efectos negativos en la salud cardiovascular.
Dicha investigación precisa que reducir el contenido de sodio, grasas saturadas, azúcares añadidos y aditivos cosméticos no esenciales para la salud humana en el pan integral, los cereales fríos y algunos aperitivos salados puede mejorar los beneficios cardioprotectores de las vitaminas, los minerales y la fibra que se encuentran en algunos de estos productos.
Asimismo, se ha demostrado que la fortificación de algunos alimentos puede ofrecer beneficios significativos.
“Tal es el caso de bebidas lácteas fortificadas con probióticos, pan con hierro y zinc, bebidas isotónicas avanzadas para atletas, carbohidratos para lograr energía sostenida y yogur fortificado con ácido fólico para embarazadas, con vitamina B9”