PRECARIO EL SECTOR SALUD DE “DINAMARCA” EN MÉXICO

Las promesas de Andrés Manuel López Obrador no se cristalizarán en la parte final de su administración; México tardaría 30 años en alcanzar un sistema de salud como el de Dinamarca.

Dice el dicho que “las palabras se las lleva el viento” y ello queda ad hoc a lo que ha insistido el presidente Andrés Manuel López Obrador de constituir en México un sistema de salud como el de Dinamarca.

Habida cuenta, el sistema mexicano lleva años sin inversión suficiente y las acciones que se realizan para mejorarlo son contrarias a los servicios de salud de los países nórdicos, pero en la recta final del sexenio, López Obrador ha reiterado que su meta es cumplir su promesa de dejar un sistema de salud que funcione como el de Dinamarca.

La idea está más que lejos, y se calcula que alrededor de 30 años, con una inversión fuerte en salud es necesario, y no únicamente por los cambios en materia de salud que se han cometido durante este gobierno.

Hay que destacar que el sistema mexicano lleva años sin inversión suficiente y las acciones que se realizan ahora para mejorarlo son contrarias a las características de los servicios de salud de los países nórdicos.

Hay que advertir que el sistema de salud de los países nórdicos ha sido reconocido como uno de los mejores del mundo porque brinda los mismos servicios a toda su población; es decir, se trata de un sistema universal, y no existe distinción.

Mientras que en México, por el contrario, el sistema es fragmentario y se compone de subsistemas.

Por ejemplo, hay una institución para los trabajadores del Estado, que es el ISSSTE; otra para los empleados formales, que es el IMSS, y ahora el IMSS-Bienestar para las personas sin seguridad social, más los servicios de salud de las Fuerzas Armadas y de Pemex.

Con el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) se intentó, primero, universalizar el sistema de salud, pero no se logró.

La fragmentación ha impedido que los servicios de salud sean universales, ya que cada institución invierte más o menos en sus afiliados y los servicios que ofrece son de mayor o menor calidad.

Ahora el organismo IMSS-Bienestar encabeza el esfuerzo de universalizar la atención para la población sin afiliación, pero continúa diferenciando la atención, ya que en lugar de incorporar a la población al régimen regular del IMSS y brindarle los mismos servicios, se creó un organismo para los más pobres, quienes recibirán servicios mucho más limitados que los que recibe la población derechohabiente.

Otro aspecto es que Dinamarca invierte en salud mucho más de lo que gasta México, ya que allá se destina al sistema sanitario alrededor del 11% de su Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en el nuestro se habla de un presupuesto equivalente al 2.80% del PIB.

También hay que destacar que entre 2015 y 2018, el presupuesto de la Secretaría de Salud se redujo 35,000 millones de pesos y se ha estancado en la actual administración.

Además, mientras los beneficios del sistema danés son amplios, la atención que ha considerado primero el Insabi y ahora el IMSS-Bienestar incluye servicios ambulatorios y de hospitalización, sin claridad sobre la atención de alta especialidad y alto costo.

Lo que aleja aún más al gobierno de esta meta es que perdió casi todo el sexenio con el Insabi, la institución de salud creada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que no cumplió y desaparece y transfiere todo al IMSS-Bienestar.

Además debe atenderse al hecho de que centralizar los servicios de los 32 estados es una labor administrativa compleja y se estima que se necesiten por lo menos 10 años para lograrlo por completo.

Con ello es fácil colegir que el presidente está ofreciendo algo inalcanzable para obtener apoyo popular, de hecho es una promesa demagógica, ya que ofrece algo que no va a cumplir.

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