Hay una maquinaria propagandística de redes sociales que intenta posicionar a Xóchitl, sin embargo, no es suficiente para convertirla en una candidata competitiva.
Al abrirse el proceso de registros de la oposición; cada uno de los partidos que integran el Frente Amplio por México, recibió la solicitud de participación. Fue un desfile que resultó poco atractivo para la población civil.
En ese escenario, las miradas estuvieron puestas sobre Xóchitl Gálvez.
Pero, se necesita mucho más para poder alcanzar un nivel de competencia como el que ahora muestra Morena. Quizá por eso la oposición está cayendo en el error estratégico de improvisar e inflar perfiles desde las redes sociales.
En las plataformas digitales la senadora Gálvez, es la propuesta de la derecha.
La ruta está clara: la oposición simulará, fiel a su estilo, un proceso “democrático” para llamar la atención. Sabemos que, de toda una lista inmensa, Xóchitl Gálvez lleva ventaja. Al menos ha ganado terreno en lo mediático, más no en la perspectiva de la población civil. Hay una maquinaria propagandística de redes sociales que intenta posicionar a Xóchitl, sin embargo, no es suficiente para convertirla en una candidata competitiva. Ella está ligada a los partidos PRI, PAN y PRD y, esa situación, es necesaria para no influir en el ánimo social.
Xóchitl Gálvez recibirá asesoramiento, pero, sea quien sea su asesor político, no es la panacea que necesita la oposición. No lo es por qué, de entrada, la senadora es el clásico político que abraza la narrativa golpista. Ese es el mismo error que cometen todos; no han sabido construir propuestas, sino puros ataques. La sociedad se cansó -desde hace muchos años- del mismo discurso de hostilidad. A eso entra Xóchitl Gálvez.
Es una estrategia superflua que está condenada al fracaso. Es verdad, tiene la facilidad de construir una lingüística ensalzada, pero no como para competir con nivel. La ruta de la hostilidad será la punta de lanza de la campaña de Xóchitl Gálvez. Algo similar a lo que vivimos con Vicente Fox.
Valiéndose de un momento fugaz de Xóchitl Gálvez, la oposición está incrédula y piensa que, con ello, será suficiente para competir. Pero si esa es su estrategia, está condenada al fracaso.