Por Luis Pinal Da Silva
Los principales factores que pueden obstaculizar el crecimiento del Producto Interno Bruto mexicano, sin dudarlo, son los aspectos de gobernanza.
Entiéndase en ello la impunidad, corrupción, falta de Estado de Derecho, incertidumbre política, pero, sobre todo, los problemas de inseguridad pública.
Dicho de otra manera, durante el régimen lopezobradorista el gobierno ha sido el principal lastre para la economía.
Lo que se hace para buscar matizar los hechos, es con la propaganda matutina, desde donde controlan los daños político-electorales. Merced a su carisma, López Obrador logra que las calamidades adjudicables a la administración pública federal fallida se le resbalen y evite la rendición de cuentas.
Pero incluso en sus tan gustadas mediciones de popularidad le reclaman el vivir en el sexenio más violento de la historia, si en algo reprueba López Obrador es en la situación de la seguridad en el país.
Es evidente que en algo que los ciudadanos sufren en carne propia no sea tan fácil que la seducción propagandística del Presidente y su mundo de los otros datos cambien la percepción hasta de sus más fieles seguidores. Además, ahí están los datos duros.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) dio a conocer las cifras sobre los asesinatos en México durante este sexenio.
Dice la Coparmex en su Monitor de Seguridad que en 58 meses del sexenio de Andrés Manuel López Obrador se registraron 134 mil 594 homicidios, que son el doble de los registrados en igual periodo del sexenio pasado.
Son estadísticas con base en datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que simplemente no resisten el maquillaje de cada mañana en Palacio Nacional.
Pero a López Obrador se le van a resbalar las evidencias de vivir en el sexenio más violento de la historia reciente y nada va a cambiar.
El objetivo es que aquellas que buscan gobernar este país dentro de 319 días tengan muy claro que la reducción de la violencia y la recuperación del Estado de derecho son condiciones indispensables para que puedan controlar este país.
No será fácil salir de la espiral de violencia y dominio del crimen organizado, porque el Estado ha renunciado a los monopolios de la fuerza y del cobro de contribuciones en muchas partes del territorio nacional.
El desmantelamiento de las fuerzas policíacas locales no solo ha corrido a cargo de las organizaciones criminales, sino también del Gobierno federal que les ha quitado recursos y atribuciones para dárselas al Ejército, solo que las fuerzas armadas están convertidas en una enorme empresa concesionaria del gobierno.