Por Luis Pinal Da Silva
En política no todo está escrito y, en ocasiones, es una verdadera “rueda de la fortuna”, que hace que quienes se dedican a ella se vean obligados a aprender a perder.
El caso es que la candidatura de Claudia Sheinbaum Pardo – hay que reconocerlo – se construyó sobre premisas que hoy sabemos, eran claramente falsas.
Con el argumento de que “es la favorita de AMLO”, se repitió y reppite sin cesar la cantaleta de que por ello habrá de ganar la elección en el 2024.
Incluso se llegó a asegurar que el Presidente validaba a Claudia, ya no sólo cómo candidata, sino cómo la presidenta inevitable en 2024, así será.
Pero, en cuanto Claudia puso un pie fuera del gobierno de la CDMX se reveló tal y cómo es ella: sin propuesta ni discurso propio, sin carisma ni capacidad de convocatoria.
Si lo anterior no fuera suficiente AMLO le “impuso”, con una torpeza increíble, a la candidata que podría derrotarla: Xóchitl Gálvez.
Y, como todo lo que puede empeorar, empeora, la campaña interna por la candidatura de Morena estuvo a punto de naufragar en un desastre.
Al final ganó AMLO no Claudia.
La “operación cicatriz Morena” operada por Mario Delgado fue tan torpe que AMLO tuvo que entrar al quite y en una ceremonia caótica, Claudia fue investida con el Bastón de Mando de manos de AMLO.
Pero ya empoderada y en teoría al frente de “su campaña”, Claudia tenía que mostrarse fuerte, ganadora, pero todo le ha salido al revés, ya que evento que organiza resulta desastroso, puesto que no es capaz de llenar sus eventos ni con acarreados o el público presente se le revela abiertamente.
La elección de candidatos para las nueve gubernaturas en juego el 2024 eran la oportunidad ideal para imponerse y demostrar quién manda en Morena.
Pero quedó clarísimo: allí sólo manda AMLO. Claudia quiso manejar la sucesión en la CDMX a favor de Omar García Harfuch con el visto bueno de Palacio y de nuevo, todo salió mal.
En el último minuto el TRIFE impuso las cuotas de paridad de género y movió todo el tablero electoral de Morena, Claudia se la jugó con todo por García Harfuch y al final perdió.
También perdieron sus candidatos en Morelos, Puebla, Veracruz y Guanajuato. AMLO la hizo a un lado y él decidió quién ganaba, aun perdiendo. Lo peor está por venir.
Claudia, en plena luna de miel, tendrá que enfrentar pronto el tema de las candidaturas al senado, diputados federales y locales y las presidencias municipales.
Eso sí, con la “inapreciable” ayuda de Mario Delgado y la última palabra del único dueño del Bastón: AMLO. Se van a hacer pedazos.
Claudia creyó que el carisma venía junto con el Bastón de Mando y hoy se aferra al único discurso posible: la oferta del continuismo, lo que en una sociedad tan polarizada y cada vez más antisistema es una apuesta totalmente suicida.
AMLO representó en 2018 al antisistema puro, así ganó la presidencia, hoy Xóchitl ha entendido ese rol y Claudia tiene que cargar con todos los negativos de un gobierno que tiene un sólo eje funcional: AMLO.
La 4T enfrenta escenarios muy complejos: no tendrá ni remotamente el Congreso que hasta hace poco creían “asegurado” y las elecciones para gobernador serán muy competidas en Jalisco, Veracruz, Puebla, Morelos, y sin duda la CDMX. Hay, además, una batalla de muy bajo perfil, pero fundamental en las reformas o contrarreformas del próximo gobierno: los congresos locales.
Morena está profundamente fragmentado, nació como una tribu y así sigue y Claudia no tiene ni la capacidad de cohesión, ni representa causas más allá de ser la designada por AMLO. ¿Es eso suficiente? Todo apunta a que no.
La elección presidencial se jugará desde Palacio, la campaña de Claudia es sólo un medio para asegurar el Maximato de AMLO. Y sí, Claudia puede perder. AMLO también.
La política es una “rueda de la fortuna” Claudia.