MARIPOSAS Y ARDILLAS

Por Luis Pinal Da Silva

Vaya lío en el que se encuentran los legisladores de Morena y es que, viéndolo por donde se quiera ver, se entenderá que no será para nada sencillo aterrizar el capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador para que los más de mil 633 jueces y magistrados y nueve ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sean electos por el voto popular.

De entrada hay que señalar que el sondeo que mandó a realizar Morena a dos casas encuestadoras y ellos mismos, apuntaron a que un universo de 4 mil mexicanos hayan decidido, en forma sabia, determinar el rumbo de la democracia en México con la inminente mutilación del Poder Judicial; es decir, un reducido grupo de encuestados, opta por acabar con uno de los contrapesos más importantes para evitar el presidencialismo omnipotente.

Y hay que ver que de mantenerse como está la propuesta del mandatario, al que no le gusta que le quiten una coma a lo que envía a la Legislatura, los mexicanos tendríamos que elegir entre poco más de 10 mil candidatos.

Hay que atender al hecho de que para la Suprema Corte habría 270 aspirantes, porque la iniciativa señala que serán nueve los ministros y por cada uno habrá 30 propuestas y que todos los aspirantes contarían con 60 días para hacer campaña y tendrán acceso a tiempos de radio y televisión para difundir sus propuestas, además podrán participar en foros de debate.

Es decir, de nueva cuenta viene la saturación con promocionales, como si se tratara de candidatos a puestos políticos.

Pero hay que atender al otro aspecto que es lo que en verdad pone los pelos de punta: la independencia de las candidaturas.

El Presidente ha dicho una y otra vez que los ministros obedecen a poderes externos, incluido el Ejecutivo aunque no lo reconozca y que, por lo tanto, será el voto de los ciudadanos el que deba elegirlos.

Pero lo que no ha dicho con claridad es que los candidatos serán propuestos por el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; es decir seguirán subordinados a las mayorías políticas.

Para elegir a los Ministros de la Corte, los Magistrados del Tribunal Electoral y Magistrados del Tribunal de Disciplina, el Poder Ejecutivo propondrá hasta 10 candidaturas; el Poder Legislativo propondrá hasta 5 candidaturas por cada Cámara, la de Diputados y la de Senadores; y el Poder Judicial propondrá hasta 10 candidaturas a través del Pleno de la Suprema Corte.

En el caso de los mil 633 Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito para los 32 circuitos judiciales, habrá seis candidaturas por cargo, es decir 9 mil 798 candidatos, dos por cada Poder de la Unión.

Hay experiencias al respecto, y este método de elección lo tienen en países como Bolivia, donde Evo Morales, amigo del presidente López Obrador, también argumentó corrupción de los jueces y ministros para impulsar la elección y también están Turquía e Israel.

Es menester señalar que las destituciones y la nueva elección no han disminuido la falta de independencia en el Poder Judicial e incluso se documenta la forma en que los jueces y fiscales en Bolivia enfrentan presiones políticas y amenazas de destitución si sus decisiones no alinean con los intereses del gobierno. Valiente cosa.

Aquí cabe preguntar: ¿cuál es la garantía de que en México la elección de ministros, jueces y magistrados evite la intervención del Ejecutivo Federal y del partido en el poder en las decisiones judiciales?

La respuesta es sencilla y rápida: ninguna.

Lo que Morena, o como les gusta ser llamados, cuatrotransformadores, lo que buscan es tener el poder completo del país para ir dando a sus familiares un coto de poder conforme pasen los años, mientras que los que esperan que ello sea un cambio para bien, pueden pensar en que “las mariposas rosas son tan feroces como las ardillas siamesas de Timbuktú”.