Por: Luis Antonio Huacuja
México estrena un nuevo Gobierno y la Unión Europea (UE) renueva sus instituciones. Después de las elecciones en México y en la UE de junio pasado, los resultados, en ambos lados del Atlántico, implican un reacomodo de posiciones y prioridades que, inevitablemente, tendrán impacto en la relación bilateral.
El 2 de junio México celebró elecciones generales, donde la candidata del partido en el Gobierno se alzó con una victoria contundente sobre la oposición, al haber obtenido casi 36 millones de votos, que representaron el 59.75 % de sufragios, lo que la convierte en la persona en llegar a la presidencia con más votos en la historia de México.
Claudia Sheinbaum Pardo, mujer de izquierda, académica, científica, medioambientalista y exjefa de Gobierno de la capital mexicana, asumió su encargo el 1 de octubre pasado como la primera presidenta de México.
El partido Morena y sus aliados han conseguido la mayoría calificada en el Congreso federal, además de la victoria en 24 de las 32 gubernaturas estatales, y la mayoría en 27 congresos locales del país, lo que se traduce en la consolidación de la llamada Cuarta Transformación.
Claudia Sheinbaum ha puesto como prioridad las políticas sociales en favor de los más vulnerables, la educación, salud, empleo, energías limpias, la ciencia, el desarrollo regional y la apertura comercial. La nueva presidenta de México se ha rodeado de un equipo de gobierno donde destacan la experiencia política, la trayectoria académica y un innegable peso internacional y medioambiental.
Por su parte, del 6 al 9 de junio se llevaron a cabo las elecciones en la UE, para elegir a los 720 diputados que integran el nuevo Parlamento Europeo. La nota preocupante ha sido que la extrema derecha se posicionó de manera importante, y aunque la coalición entre las fuerzas políticas más tradicionales mantendrá la mayoría suficiente para dar estabilidad a los proyectos que le corresponde aprobar a la Eurocámara, la irrupción de nuevas fuerzas de ultraderecha, con todo y sus diferencias entre sí, procurarán incidir en la toma de algunas decisiones, sobre todo ante iniciativas sociales, medioambientales o de ampliación de la UE.
La nueva Comisión Europea, que entrará en funciones el 1 de diciembre, su presidenta, Ursula von der Leyen, ha sido ratificada para un segundo mandato, ha delineado, como sus prioridades: la competitividad y la prosperidad, la promoción de los valores europeos, una acción exterior coherente, así como el reforzamiento de la unidad, la seguridad y defensa.
La llegada a México del nuevo Embajador de la UE y la reciente visita a México de una delegación de la Comisión Europea y del Servicio Europeo de Acción Exterior, que se reunió con funcionarios de la Cancillería mexicana y del equipo de transición de la nueva administración, además de la visita de Josep Borrell, Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE, para reunirse también con funcionarios mexicanos y asistir a la ceremonia de investidura de la presidenta Claudia Sheinbaum, son señales inequívocas del interés de la UE en México, a 24 años de la implementación del Acuerdo Global México-UE.
La relación bilateral y la Asociación Estratégica se hallan ante una nueva oportunidad de renovación. Las prioridades del gobierno de Claudia Sheinbaum coinciden, en buena medida, con la iniciativa Global Gateway de la UE, que privilegia los proyectos de infraestructura que van de la mano con el medio ambiente y el desarrollo regional. Hay condiciones propicias para que, finalmente, se materialice la firma del Acuerdo Global modernizado.