Por Helga Kauffman
Siempre he pensado que las mujeres tenemos muchas posibilidades de transformar el mundo y que podemos desempeñarnos en cualquier lugar y puesto, ya que somos confiables, bien hechas y empeñadas en lograr los objetivos que nos proponemos.
Pero una cosas es demostrar como mujeres nuestra capacidad y otra, muy distinta, ser objetos que se mueven de acuerdo a lo que un hombre piensa, quiere o pretende.
Tal es el caso de las mujeres que han sido propuestas para ocupar un cargo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en lugar de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea quien mostró “el cobre” y se plantó tal cual es: un esbirro del poder.
Pero lejos de ese ser abyecto y ávido de poder, está el asunto de Lenia Batres, María Estela Ríos y Bertha María Alcalde Luján, a las cuales, cualquier estudiante de Derecho con un conocimiento mediano sobre la Constitución, habría votado, luego de escuchar las comparecencias de las tres candidatas a ministras de la Corte, en contra.
Sin embargo, para los senadores de Morena y sus rémoras en la Cámara Alta, las tres candidatas propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, están más que aprobadas, a pesar del desconocimiento que exhibieron sobre leyes y los ataques hechos a la propia Corte.
La Consejera Jurídica del Ejecutivo, María Estela Ríos, se aventó la puntada de declarar que la mejor forma de resolver un conflicto “es en una mesa’’ para que los involucrados en el problema expresen sus posiciones.
“A veces’’, dijo, “es mejor la solución política por encima de la solución jurídica’’.
Ah, bueno.
Lenia Batres, la hermana del jefe de Gobierno capitalino, no tuvo empacho en repetir el discurso lopezobradorista en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Por ejemplo, dijo que la Corte viola el artículo 49 constitucional, relativo a la división de Poderes, al invalidar normas y leyes aprobadas por el Congreso de la Unión.
Con ello también viola el principio de actuación democrática.
Dijo además que el Poder Judicial Federal “extiende las facultades que la Constitución y las leyes le dan’’, es decir, que su actuación va más allá de lo que la propia ley le obliga.
Acusó que la Corte ha violentado la Ley de Amparo y que no tiene facultades para suspender actos del Ejecutivo, como el decretazo con el que López Obrador pretendía reservar información de los proyectos estratégicos “por razones de seguridad nacional’’.
Tampoco le fue mejor a Bertha María Alcalde Luján, quien por cierto es hermana de la titular de Gobernación, y quien no supo responder con contundencia a la pregunta que le hizo el Senador Germán Martínez si iba por el cargo por un año o por los 15.
Primero dijo que era un compromiso cumplir con los 15 años pero luego se desdijo pues, argumentó, no se puede impedir que si una persona aspira a otro puesto tenga que quedarse forzosamente ese plazo porque iría en contra del derecho a la libre profesión.
Y así por estilo.
Obviamente los morenistas dijeron que qué tanto es tantito y las aprobaron para que el pleno elija a una de ellas, si es que logran juntar los votos para la mayoría calificada.
El riesgo que se tiene es mayúsculo y está en vilo la división de poderes pero, sobre todo, la supeditación de la justicia a los deseos de un grupo político que ha dado muestra de querer hacer de México un país bananero.