La energía es el nuevo combustible del desarrollo.
Entre más avanza la transformación digital más rápido se rezaga la infraestructura que la sostiene. En los últimos años, México enfrenta un riesgo creciente debido a que su red eléctrica no está preparada para el aumento acelerado en el consumo de energía impulsado por tecnologías como la inteligencia artificial, los centros de datos y los vehículos eléctricos.
Algunos estudios reportan que de continuar sin una regulación adecuada y una modernización energética urgente, las ciudades y sectores clave podrían enfrentar apagones, sobrecargas y costos energéticos insostenibles, convirtiendo la red eléctrica nacional en un freno para el desarrollo económico del país.
Este crecimiento está estrechamente ligado a la digitalización: desde hogares inteligentes hasta industrias completamente automatizadas, la energía es el nuevo combustible del desarrollo.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) reporta que los 73 centros de datos operativos en el país consumen 492,000 MWh anualmente, y se estima que podrían alcanzar los 5 millones de MWh en los próximos años.
Sin embargo, a pesar del incremento en su demanda, la red eléctrica mexicana enfrenta severas limitaciones. La presidenta Claudia Sheinbaum y organismos como la CFE y el CENACE emitieron alertas urgentes ante el riesgo de apagones, pidiendo a empresas reducir su consumo en horarios críticos.
Los estudios informan que el sistema eléctrico mexicano opera al límite, especialmente durante los meses más calurosos. Esta complicación es porque la infraestructura de transmisión no ha sido modernizada y se ha convertido en un cuello de botella.
Algunos han señalado que para revertir esta situación, es fundamental fortalecer a la recién creada Comisión Nacional de Energía, además de garantizar la transparencia en los procesos administrativos y ofrecer certidumbre legal a todos los actores del mercado.
México necesita construir un entorno donde lo público y lo privado trabajen juntos para enfrentar los desafíos de la nueva era digital; ya que no basta con apostar por energías limpias como la eólica o la solar. El país debe avanzar hacia soluciones complementarias que permitan una gestión inteligente de la energía.
La inteligencia artificial, la automatización y la digitalización del consumo requieren enormes cantidades de energía. México tiene el potencial para convertirse en un referente regional, pero para lograrlo debe corregir el rumbo y abrirse a la innovación, la inversión y la participación del sector privado.
De lo contrario, volverá a quedarse rezagado, no como protagonista de la revolución digital, sino como un simple consumidor de tecnologías desarrolladas en otras latitudes. La transformación energética no puede esperar.
 
 
 
















