En el Edoméx existen 11 especies venenosas y las lesiones que puede provocar su mordedura dependen de la especie, la ubicación y profundidad, así como de la prontitud de la atención.
En el marco del Día Mundial de las Serpientes, los especialistas en estas especies, Erika Adriana Reyes Velázquez y Aldo Gómez Benítez, fundadores de la Red de Investigación y Divulgación de Anfibios y Reptiles MX, analizan las agresiones de estos animales que pueden ser mortales, no obstante, para los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Fernando Lazcano Pérez, Adrián Marcelo Franco Vásquez y Roberto Arreguín Espinosa el análisis de la composición química del veneno de estos reptiles cuenta con amplios beneficios en el área médica.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) las mordeduras de serpientes ascienden a 2.7 millones al año, principalmente en comunidades rurales ubicadas en los trópicos. En el Estado de México, los casos registrados por el Instituto de Salud mexiquense (ISEM), de 2003 a 2020, fueron, en promedio, 170 afectados al año.
Cabe destacar que en territorio estatal hay 11 especies venenosas, 9 vipéridos: Crotalus aquilus, Crotalus culminatus, Crotalus molossus, Crotalus polystictus, Crotalus ravus, Crotalus scutulatus, Crotalus tlaloci, Crotalus transversus y Crotalus triseriatus y dos elápidos: Micrurus browni y Micrurus laticollaris.
Reyes Velázquez y Gómez Benítez, explican que las lesiones dependen de la especie, de la ubicación y la profundidad de la mordedura y de la prontitud de la atención.
En este contexto, hacen hincapié en que los accidentes ofídicos en la entidad deben recibir especial atención, esto incluye asesoría pública para la identificación de especies venenosas y el comportamiento seguro en entornos donde estas se encuentran; asimismo, debe brindarse capacitación al personal de salud en diagnóstico y tratamiento adecuados, acceso a antivenenos y mejorar la infraestructura sanitaria en áreas vulnerables.
Lazcano Pérez, Franco Vásquez y Arreguín Espinosa, expertos en bioquímica, hacen énfasis en que, a pesar de las inflamaciones, hemorragias o necrosis que puede ocasionar una mordedura, la química del veneno de estos animales tiene mecanismos de acción muy específicos sobre blancos celulares en los procesos de coagulación y presión sanguínea, pues al aislar y modificar químicamente algunas toxinas se pueden producir medicamentos que controlan ciertos padecimientos.
El fármaco más conocido, según esta investigación, es el Captopril, usado para el control de hipertensión; fue desarrollado a partir de una toxina de Bothrops jararaca, un vipérido sudamericano muy peligroso, pues produce una severa baja de presión. Otros ejemplos son el batroxobin (Defibrase), en la intervención posoperatoria y en el tratamiento de infartos cerebrales; el tirofiban (Aggrastat), anticoagulante; el epifibatide (Integrillin), una desintegrina aislada de una serpiente de cascabel muy útil en la prevención del infarto precoz.
Los doctores aclaran que existen más proyectos en fase clínica, la mayoría están enfocados en el tratamiento de problemas cardiovasculares.