Por Luis Pinal Da Silva
La extraña decisión de la precandidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, de cancelar sorpresivamente su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a donde había sido invitada para asistir a presentar un libro y su equipo de campaña había confirmado su asistencia, ha dejado muchas interrogantes.
Sin explicación de por medio, decidió no acudir al principal foro literario y cultural de América Latina y uno de los más importantes del mundo. La Doctora en Ciencias Ambientales, que presume su carácter de académica, dijo simplemente en un video difundido en sus redes sociales que “por motivos de agenda” no acudiría, dejando la impresión de que tuvo otras razones para desairar a la FIL.
La cancelación de Sheinbaum generó reacciones inmediatas. Su contrincante en la carrera presidencial, Xóchitl Gálvez, se le fue directo a la doctora: “Zacatito pa’l conejo. Le dijeron que no fuera”, escribió en su cuenta de Twitter la precandidata del Frente Amplio por México, quien aprovechó para anunciar que ella sí acudiría, mientras que el rector de la Universidad de Guadalajara, patrocinadora del evento, confirmó que la precandidata de Morena le avisó que no asistiría.
Desde el 9 de noviembre pasado, la directora de la FIL, Marisol Shulz, confirmó que la precandidata de Morena ya había sido invitada para asistir al evento, igual que dijo que también invitaron a Xóchitl Gálvez y ella desde esa fecha ya les había confirmado.
Más allá de las razones que ha tenido Sheinbaum para negarse a asistir a un evento de la importancia de la FIL y de sus supuestos “motivos de agenda”, lo que preocupa es que a estas alturas, la aspirante presidencial siga cargando las filias y las fobias de su jefe político, Andrés Manuel López Obrador, porque es del dominio público que, desde que llegó al poder y, por un pleito político absurdo que mantenía con el difunto Raúl Padilla López, el presidente de México emprendió una campaña de ataques en contra de la reconocida feria del libro de Guadalajara y llegó al absurdo de calificarla como “una feria de conservadores” y de prohibirles a todos los miembros de su gabinete que asistieran a invitaciones a ese evento.
Lo que no se entiende a estas alturas es que una mujer política como Sheinbaum, que reivindica la igualdad de género, la defensa de los derechos femeninos y la necesidad de “un tiempo para las mujeres” en el máximo poder de la República, no pueda aún tomar decisiones autónomas e independientes, en algo que claramente no le gusta a López Obrador, como es la FIL, pero que a ella como candidata en campaña claramente le conviene asistir.
A querer o no, y más allá de lo que piensen en la 4T, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es un foro democrático y diverso por excelencia para el debate de ideas, la presentación de novedades literarias y todo un mundo de reflexiones y conocimientos que en los últimos años la convirtieron también en una parada obligada para los aspirantes presidenciales que justo en esta época del año están en fase de precampañas.
Por eso resulta extraña y difícil de entender la decisión de Sheinbaum; no porque esté obligada a ir, sino porque su ausencia, que se suma a las de todo el sexenio en las que dejó de acudir a la Feria tras las críticas de López Obrador al evento, sí parece tener un trasfondo político y confirma que Claudia no tiene ninguna autonomía de Palacio Nacional.