POLÍTICA ENERGÉTICA Y DESTINO NACIONAL

Por Marco A. Mares

La definición de la política energética de la virtual Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, será crucial para su gobierno.

Pero sobre todo, será fundamental para el destino económico de México.

En la transición del primero al segundo gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación, la interrogante es:

¿El próximo gobierno mantendrá o cambiará el modelo energético que sigue hasta ahora el gobierno saliente de Andrés Manuel López Obrador?

Hasta ahora no hay muchas luces en las propuestas que ha hecho públicas.

Aunque sí hay algunas pistas.

En abril pasado planteó los 6 objetivos principales de su política energética.

Propuso fortalecer a Petróleos Mexicanos con un plan de largo plazo que incluya la producción de energía renovable, y garantizar la participación equitativa de la Comisión Federal de Electricidad en la generación de energía eléctrica.

Trazó la ruta hacia lo que denominó Soberanía Energética para el Desarrollo Sostenible.

Básicamente fortalecer a Pemex y CFE, garantizar el suministro de energía con recursos propios y reducir la dependencia de las importaciones.

Propuso que la producción de petróleo se mantenga en 1.8 millones de barriles diarios.

Y que el crecimiento de la demanda sea absorbido por fuentes renovables de energía.

Además dijo que continuará avanzando en la eficiencia de las refinerías actuales para la reducción de importaciones de gasolina y de diesel.

Aparentemente no habría un cambio sustancial de lo que hasta ahora viene realizando a través de su política energética el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es decir, Sheimbaum apostaría por continuar “fortaleciendo” a Pemex y CFE, el sistema de refinación y reducir las importaciones de gasolinas.

Por lo menos es lo que hasta ahora públicamente ha expuesto.

Por otra parte, está claro que el secretario de Hacienda transexenal, Rogelio Ramírez de la O, buscará tener mayor influencia en el manejo financiero de la petrolera.

Los nombramientos que Sheinbaum realice, en los próximos días, en Pemex y CFE, seguramente arrojará más luces sobre lo que viene en materia de política energética el próximo sexenio.

Mientras tanto, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) ya hizo un ejercicio económico de lo que costaría la continuidad en materia energética.

De acuerdo con sus cálculos, de mantenerse la actual política energética el costo sería de 2 billones 195 mil millones de pesos para el próximo sexenio.

Esa cantidad equivale al 1% del Producto Interno Bruto anual.

La proyección considera el fortalecimiento de Pemex y CFE, el mejoramiento de la Red Nacional de Transmisión y Distribución, y mantener los subsidios a las tarifas eléctricas.

De manera desglosada, el monto total del costo se subdivide en: 1 billón 371 mil millones de pesos, por aportaciones patrimoniales y una reducción del DUC para Pemex; 245 mil 680 millones de pesos para que CFE mantenga su participación del 54% en la generación de electricidad; 57 mil 665 millones de pesos para fortalecer la Red Nacional de Transmisión y Distribución; y 517 millones de pesos, por subsidios a las tarifas eléctricas.

En el documento ‘Política Energética. Retos fiscales 2024-2030’, el CIEP refiere que, dado que para el próximo año se estima una reducción del gasto público del 3.0% del PIB, las acciones propuestas para la próxima política energética requerirán mayores recursos públicos, lo que implicaría reducir el gasto social.

El CIEP refiere que la política energética de la actual administración ha generado costos fiscales estimados en 1.8 billones de pesos, por la reducción del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) y por las aportaciones patrimoniales a Pemex. El organismo de análisis señala que la actual política energética ha implicado un costo de oportunidad para las finanzas públicas.

Y advierte que seguir priorizando el gasto en el sector a costa del gasto social en salud y educación por mencionar algunos, pone en riesgo el desarrollo económico y social de generaciones futuras.

Por eso, la definición de la política energética de la próxima Presidenta de México, será decisiva no únicamente para la estabilidad de las finanzas públicas, sino también para la potencial atracción de las inversiones nacionales e internacionales y el crecimiento económico nacional.

Pero sobre todo para el bienestar de los mexicanos, de estas y las próximas generaciones.

Energía, es decir, petróleo y electricidad, hoy más que nunca son insumos clave para el destino económico de México. Todo depende del modelo que se adopte.

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