LA DESVENTAJA DE SER MUJER EN UN PAÍS DOMINADO POR HOMBRES

Por Helga Kauffman

Este viernes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres; a muchos podría parecer una fecha insignificante, pero reviste mucha importancia, ya que es la fecha en la cual gritamos para exigir una sola cosa: respeto.

Más allá de los eufemismos, este día, que fue adoptado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 16 de diciembre de 1977, dio inicio a una batalla, ardua y escabrosa, de las mujeres para erradicar la discriminación, promover nuestro empoderamiento y conseguir nuestra plena participación en la sociedad.

Sin embargo, hay que ser congruentes: el avance es real pero está acotado. Todavía está lejana la igualdad en derechos laborales, económicos, educativos y políticos, entre hombres y mujeres, por ende, todavía faltan muchos pasos para alcanzar el objetivo.

La lucha que por años han dado muchas mujeres en diferentes ámbitos, han mostrado resultados que, aunque todavía no son suficientes, son avances a favor de la equidad.

En México, la Constitución reconoce este derecho y ordena que las instituciones desde donde se gobierna se conformen de manera paritaria y seguimos lejos de alcanzar el 50-50.

Hay que hacer una ecuación simple: si las mexicanas somos 52 por ciento de la población, por ende el género femenino debería ocupar la mitad de las posiciones de poder, y solamente en el legislativo se ha cumplido.

El Banco Mundial, reconoce que ni en los países más desarrollados, ofrecen igualdad de oportunidades y resalta en su estudio sobre Mujeres, Empresas y Legislación que las féminas tienen menos derechos que los hombres.

Pero en este 2024, por primera vez en México tendremos una mujer como presidenta de la República. Aunque son tres los candidatos, las mujeres son las que tienen mayor probabilidad de alcanzar el cargo.

Xóchitl Gálvez Ruíz y Claudia Sheinbaum Pardo, son quienes tienen la posibilidad de alcanzar la silla presidencial y, además de cumplir con las funciones propias de su encargo, tendrán que asumir su compromiso con su género.

Hay mucho por andar y aquí, en mi calidad de mujer, debo apuntar que en los últimos años quien se ha convertido en el peor enemigo de la mujer es otra mujer, que con afanes poco entendibles daña, agrede, escupe y se mofa de todas y todos.

Hay que cosas que aun deben cambiar y siento que la principal es el respeto que tenemos las unas con las otras.